Archive for the filosofía Category

    Estoy fascinado con el trabajo de Geoff Knorr. Escuchen, por ejemplo, este elemento de la cultura cristiana clásica:

    Ahora, escuchen qué hace Knorr cuando toma eso y lo pretende convertir en un ícono de la devoción y la gloria en el imperio bizantino:

    Tomen, si gustan, este otro ejemplo. Un villancico japonés que, según cuenta la historia, las madres le cantaban a los niños en un pueblo de gente pobre, marcado por una sangrienta derrota en una guerra entre clanes:

    Knorr lo convierte en este otro trabajo, para escenificar la entrada de Japón en la era industrial:

    O este otro ejemplo, por qué no: Kalinka, una conocida canción popular rusa.

    Knorr la toma como símbolo de la cultura rusa, y la transforma de la siguiente manera para contarnos lo que significa que Rusia entre en la era atómica:

    Se me hace difícil imaginar un trabajo más respetuoso. Si se ponen a revisar, hay decenas de versiones de canciones trabajadas por Knorr, y cada una de ellas tiene una historia para contar. Observen, si dudan, lo que eligió para representar al pueblo de Alejandro: el epitafio de Seikilos. Búsquen su historia en internet, entéresen de lo que están escuchando. O como sucede con Temujin: Urtiin Duu, nada menos que una obra declarada patrimonio de la humanidad por la UNESCO. O lo que dedicó a Atila: Li Ling Si Han. Vayan a comparar contra sus originales, a leer lo que esas canciones están contando.

    Pero como si fuera poco, Knorr las convierte deliberadamente en himnos épicos, cuando no directamente en odas al optimismo y la maravilla por la civilización. En apenas un par de minutos, el tipo es capaz de devolverle a uno la fé en la humanidad, y con su trabajo es imposible no emocionarse.

    Precisamente, ese último detalle me tiene hipnotizado, como ya me pasara hace tantos años atrás. Por aquellas épocas, mis intuiciones y elucubraciones me decían que era posible comprender los secretos de cómo funciona la verdad, para finalmente automatizar el entendimiento. Knorr me hace sentir que hay poderosas verdades en su trabajo, que también me llevan a fantasear cosas bastante parecidas: pero esta vez ya no tanto con la verdad o el entender, sino ya directamente con el sentimiento. Ya estoy pensando, ciertamente, en entender y automatizar la música, como tantas veces imaginé hacer con la literatura.

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    El filósofo George Santayana afirmó que la superstición es la confusión de un ideal con el poder, es creer que cualquier ideal debe estar en cierto modo fundado sobre algo ya existente, sobre algo trascendente que postula este ideal ante nosotros. Lo que el papa define como estructura de la existencia humana es un ejemplo de este tipo de entidad trascendente.

    Santayana sostenía, y yo concuerdo con él, que la única fuente de ideales morales es la imaginación humana;

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    Los relativistas como yo concordamos en que el derrumbe del marxismo nos ayudó a comprender por qué la política no debería intentar ser redentora. Y no porque se tenga a disposición otro tipo de redención, aquella que los católicos creen factible encontrar en la Iglesia, sino porque la redención siempre fue — ya desde el principio — una mala idea.

    Los hombres necesitan que se los haga más felices, no que se los redima, porque no son seres degradados, almas inmateriales apresados en cuerpos materiales, almas inocentes corrompidas por el pecado original.

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    Suele decirse que a quienes disienten con Platón — como los filósofos que hice referencia y yo mismo — les falta el sentido de lo espiritual. Si por espiritualidad se entiende una aspiración a lo infinito, esta acusación está perfectamente justificada; pero si en cambio se considera espiritualidad en sentido elevado de nuevas posibilidades que se abren a seres finitos, entonces no lo es. La diferencia entre estos dos significados del término espiritualidad es la diferencia entre tener la esperanza de un mundo donde los seres humanos lleven vidas largamente más felices que aquellas que viven en la actualidad.

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    Para quienes adoptan el ideal utilitarista de maximización de la felicidad, el progreso moral consiste en ampliar la franja de personas cuyos deseos tomar en consideración. Todo estriba en hacer lo que el filósofo estadounidense contemporáneo Peter Singer define como “ampliar el círculo del nosotros”, aumentando la cantidad de personas que consideramos parte de nuestro grupo.

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    Si se considera a la filosofía como un llamado a la razón, y a la historia como un llamado a la experiencia, entonces podría recapitularse lo que dije hasta ahora en una afirmación: ni la razón ni la experiencia pueden hacer mucho para ayudarnos a decidir si estamos de acuerdo con Benedicto XIV o con Santayana, James, Stuart Mill y Habermas. No hay tribunal de apelaciones neutral que pueda ayudar a la elección entre estas dos descripciones de la situación humana; cada uno de ellos inspiró muchos actos de heroismo moral.

    Según la perspectiva del papa, los seres humanos deben permanecer fieles a lo que él define como “experiencia humana común de contacto con la verdad que es más grande que nosotros”.

    Desde la perspectiva relativista nunca hubo ni habrá una verdad más grande que nosotros. La idea misma de una verdad como esa es la confusión de los ideales con el poder.

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    Richard Rorty, de Una ética para laicos.