Queridos jóvenes, que frecuentan el presente blog. Permítanme introducirlos en esta nueva sección, donde juntos inspeccionamos los pormenores que dan forma a ese fenómeno político tan popular y arraigado en nuestras sociedades: el gorila.

    Comencemos prestándole atención a este maravilloso ejemplar, traido desde la prestigiosa cadena de noticias CNN en español. Se trata de Rafael Romo, que nos dice lo siguiente:

    Fíjense los logros de este hombre. Los primeros 30 segundos son apenas una introducción, incluida la animación del programa, donde el periodista nos indica que arqueólogos de una organización prestigiosa encontraron un (segundo) entierro de de restos infantiles en un templo. Pero en los siguientes 30 segundos nos deslumbra con las siguientes afirmaciones:

  • Las tribus originarias eran brutales.
  • Los revolucionarios mexicanos eran unos mentirosos e/o ignorantes.
  • La educación pública es deficiente.
  • Es falso que los pueblos originarios mexicanos pudieran ser gente sofisticada, “iluminada” (sea eso lo que sea), o siquiera apacible.
  • Gracias a este informe, ahora podemos saber la verdad. Antes, evidentemente, habríamos estado convencidos de falsedades. Y la verdad es que “las tribus originarias eran tan crueles como los conquistadores”.
  • Propone una tesis para reflexionar: la violencia en México se debe a la herencia de violencia de las tribus originarias. Lo cuál, siguiendo la propia lógica de la propuesta, habría de resolverse simplemente descartando cualquier vínculo con aquella gente violenta y cruel.

    Ese pequeño video, que me crucé por casualidad en mi trabajo, es un ejemplo magistral de gorila profesional: una persona que jamás podrá relacionar elementos básicos de una sociedad contemporánea, tales como violencia con desigualdad, o bien cultura con contexto. Independientemente de qué se esté hablando (restos de niños en un templo centenario), siempre la prioridad será reflexionar acerca de cómo las izquierdas promueven ignoracia, brutalidad, y todas las desvirtudes habidas y por haber; y cómo, por supuesto, la derecha es fundamentalmente la verdad revelada e incuestionable.

    Por supuesto, cuando alguien le recrimine al señor periodista que existe todo un conglomerado empresarial multinacional que le paga para decir esa clase de estupideces, él dirá que las ideas de izquierda del crítico de turno lo llevan a atentar, tal vez inconscientemente (porque la derecha sí es gente gente sofisticada y apacible, y entonces tiene el tacto para reconocer la inocencia en los demás), contra la libertad de expresión.

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