Querida gente que viene después de mí. Les escribo algunas notas, apenas aprovechando una oportunidad, antes de que la vida me encuentre de nuevo sin el tiempo, ni las energías, ni tal vez la claridad, cuando no directamente la salud. Quería decirles algo desde hace mucho tiempo, para lo que siempre parece que no fuera el momento, que lo que voy a decirles no viene al caso de nada, que ya lo saben. Supongo que lo vamos a averiguar. Y es que la cuestión es, precisamente, acerca del tiempo.
En este momento estamos atravesando la pandemia. Espero que sea “la” pandemia, y que no suceda lo que hace 100 años atrás pasó con “la gran guerra”; espero que no venga otra después, o incluso cosas peores, y que este evento que vive mi generación sea realmente una cosa excepcional, trascendente, histórica. Pero tengo la triste convicción de que eso no va a ser así, y que ustedes van a pedirnos explicaciones por el mundo de mierda que van a haber heredado; y que cuando eso suceda, mis hermanes, con mucha frustración y vergüenza, van a bajar la vista sin saber qué decirles. O peor aún, van a gritarles, defendiéndose, diciéndoles qué es lo que tienen que hacer y cómo tienen que vivir. O van a mentirles, mintiéndose también a sí mismos, desesperades, aterrades, echando culpas hacia todos lados, aferrándose a la fé lunática de sus ideologías moribundas como salvavidas en pleno naufragio.
Lo siento mucho. Es lo primero que tengo para decirles. Sinceramente lamento que las cosas sean lo que son para ustedes. Sepan que no se lo merecen: no es su culpa, no es por nada que ustedes hayan hecho o dejado de hacer. Fuimos nosotres, les que vinimos antes. Cúlpennos a nosotres: por favor, déjennos al menos quitarles esa carga, permítannos al menos eso, si es que no podemos hacer nada más.
Lo segundo que les pido que entiendan es que, se los juro, nosotres no sabemos qué hacer. Estamos improvisando, y no nos está yendo bien. Vemos al mundo destruirse más rápido de lo que llegamos a meterlo en nuestra cabeza, y nos vemos unes a otres sufriendo desconsolados sin saber cómo ayudarnos. No queremos morir, y sólo queremos una vida felíz y en paz, pero así y todo nos matamos unes a otres y a todo lo demás que nos rodea en una sucesión de infinitos accidentes que…
continuar leyendo